El Kremlin desafió este viernes al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, tras la adopción de nuevas sanciones que afectan a las dos mayores petroleras rusas, Rosneft y Lukoil. Dmitri Peskov, portavoz presidencial, respondió directamente a las previsiones de Trump sobre el impacto de las medidas: «Ya vemos lo que ocurre ahora y vemos lo que ocurría hace un año, hace dos. Dios mediante, veremos qué pasará en seis meses, en un año», sentenció Peskov.

El portavoz subrayó que Rusia está analizando las sanciones y que sus acciones se guiarán únicamente por sus propios intereses. «Nosotros no actuamos contra nadie, sino a favor de nosotros mismos. Esa es la clave en nuestras acciones», afirmó.

Putin minimiza impacto, Trump responde

El presidente ruso, Vladímir Putin, calificó las sanciones del jueves como un «paso inamistoso», aunque negó que estas vayan a tener un impacto «notable» en la economía nacional. Además, advirtió que las medidas no contribuyen a mejorar las relaciones ruso-estadounidenses y pronosticó un alza en los precios del crudo en el mercado internacional.

En respuesta a la postura de Putin, el presidente Trump replicó: «Estoy encantado de que lo vea así. Veremos dentro de seis meses. Veremos entonces cómo irá todo».

Putin enfatizó que el objetivo de las sanciones es «ejercer presión» sobre el Kremlin, pero aseguró: «Ningún país ni pueblo que se respete a sí mismo nunca toma decisiones bajo presión. Sin duda, Rusia tiene ese privilegio». Reiteró que el diálogo siempre es preferible a la confrontación.

El Departamento del Tesoro de EE.UU. anunció las sanciones el miércoles, indicando que son una respuesta a la «falta de compromiso serio por parte de Rusia con un proceso de paz para poner fin a la guerra en Ucrania».

A esta medida se sumó la Unión Europea, que el jueves anunció su decimonoveno paquete de sanciones contra Rusia. Este nuevo paquete incluye restricciones contra la «flota fantasma» rusa y adelanta un año la prohibición de la importación del gas natural licuado ruso. Las sanciones también apuntan a empresas chinas e indias, entre otros países, que son acusadas de ayudar a Moscú a eludir las restricciones internacionales.