Tras su llegada a Roma para celebrar el año sagrado jubilar, período de reflexión y renovación espiritual que se celebra cada 25 años, el rey Carlos III y su esposa, la reina consorte Camila, visitaron al papa León XIV en la Santa Sede. Una delegación que incluía al embajador británico en El Vaticano, Christopher Trott, recibió a los monarcas en el aeropuerto Giovanni Battista Pastine, en Ciampino.

Esta reunión sostiene una carga histórica que se remonta a fines del siglo XVI. En 1534, el monarca inglés Enrique VIII determinó la separación de la Iglesia de Inglaterra de la Iglesia Católica, cuando el papa Clemente VIII se negó a anular su matrimonio con Catalina de Aragón, para que pudiera casarse con Ana Bolena. Nació el anglicanismo, rama que incorpora elementos del catolicismo y el protestantismo.

Durante un servicio ecuménico especial, los reyes rezaron junto al pontífice por el fortalecimiento de los vínculos entre la Iglesia católica y la anglicana. Esta plegaria constituye la primera participación, en 500 años, de la soberanía británica en un acto religioso presidido por el Santo Padre. “Su singularidad se ve subrayada por el hecho de que se celebra en la Capilla Sixtina, dentro del Palacio Apostólico, con la música dirigida por el coro del papa y dos coros del rey” afirmó el reverendo Martin Browne sobre el encuentro.

La agenda incluye un servicio en la Basílica de San Pablo Extramuros y un evento en el Pontificio Colegio Beda, donde la reina compartirá con seis hermanas de la Unión Internacional de Superioras Generales.